Imágen: https://sp.depositphotos.com |
Cantar de los Cantares es el canto al amor por excelencia. La belleza lírica de estos versos, en apariencia atrevidos, ha cautivado a innumerables generaciones.
Es un hecho histórico que Fray Luis de León, gloria de las letras castellanas, fue encarcelado por el solo hecho de haber traducido estos versos.
Imposible enumerar todas las riquezas presentes en este libro. Cautiva en él la espontaneidad de la mujer Sulamita, que es la voz sobresaliente. Es ella quien reclama la posición de su amado "mi amado es mio" (2:16), es ella quien también declara que su amado es su único dueño: "yo soy de mi amado" (6:3). No hay en sus palabras ningún reclamo que no sea el de la mutua posesión y de la mutua entrega.
Los protagonistas de este canto son un varón y una mujer. Él, llamado "rey" (1:4, 12), y ella, conocida como la "Sulamita", una humilde campesina. (1:6); aquel, rico y poderoso (3:7-10); ésta, pobre y vulnerable (5:7); aquel, de piel delicada y rosada (5:10); ella de piel morena (1:5-6). A pesar de las diferencias, amada y amado se funden en uno para encontrarse en la realización suprema de su amor, en el sentimiento mutuo que los coloca en un mismo plano y los lleva a vencer todo prejuicio y convención de sexo, color y posición social (8:10).
La enseñanza rabínica ha percibido en este romance el amor simbólico que existe entre el Dios único y el pueblo de Israel. Del mismo modo lo ha interpretado la enseñanza cristiana, que ve en Cantares la relación entre el Señor Jesucristo y la iglesia, la novia por la cual él dio su vida (Efesio 5:25-27)
El atribuir la autoría al rey Salomón hizo posible que este libro llagara a formar parte del canon bíblico, aun cuando no han faltado quienes se opongan a reconocerlo como escritura sagrada por su abundancia de palabras que exaltan la belleza del amor. Tal exaltación, sin embargo, bien pueden entenderla aquellos que alguna vez han experimentado la alegría de amar y ser amados.
Cantares puede verse como una recapitulación de lo ocurrido en el principio, en el Edén, donde Dios y la naturaleza fueron los primeros y únicos testigos del amor y la mutua entrega del primer varón y de la primera mujer.
Desde entonces, todo Adán va por el mundo en busca de la Eva eterna. Cuando este encuentro tiene lugar, Adán y Eva, Barro y Vida, hacen posible una vez más el milagro del amor. Esté es el milagro que se exalta en los dulces versos de cantares. No hay duda "¡Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor.!" (8:6).
Nota: Al menos que se indique lo contrarios las referecias bíblicas aquí citadas pertenecen al la Biblía Nueva Versión Internacial (NVI).
No hay comentarios:
Publicar un comentario