Una gran mujer seguidora de Jesús y estupenda madre espiritual siempre
me decía estas palabras “tienes que entender que Dios no es un traje de
Bombero”. ¿Cómo así? No solo podemos acudir a Dios cuando hay
problemas o dificultades. Hay que buscarlo en las victorias y en la derrotas,
en momentos de salud y de enfermedad, en tiempos de bonanzas y de escases.
Toda
esta afirmación es muy cierta. En la estación de bomberos, los trajes están colgados
en armarios o en zonas especiales para su almacenamiento, pero accesibles para
cuando ocurre una emergencia. Solo en ese momento los bomberos lo buscan, se lo
colocan y salen al rescate.
Su
traje especial los mantiene seguro de las llamas, del humo y dotado de
herramientas aptas para esos momentos de caos. Cuando controlan la situación y
regresan a la estación, se quitan el traje y lo colocan nuevamente en su lugar.
Solo lo tomarán otra vez cuando les toque atender a otra emergencia.
Las
personas hoy en día ven a Dios como un traje de bomberos. Solo se visten con él cuando hay una emergencia, cuando necesitan un milagro de sanidad, cuando
quieren que sus sueños se materialicen o en los momentos de problemas o dificultades.
Dios
en su infinito amor ve el gran problema y ciertamente ayuda a salir de
él. Y todo vuelve a estar bien y “normal” y es en ese momento cuando nos
quitamos el traje de “bomberos” y seguimos actuando indiferente a lo que Dios había
hecho por nosotros. La búsqueda que teníamos con él se desvanece, el grito por
ayuda a Dios ya ha cesado. Ya no estamos en problemas así que ya no lo
necesito.
Ahora
bien, solo basta que el problema llegue nuevamente para que puedas buscar
nuevamente a Dios. Aunque suene duro es un acto de egoísmo y de interés. Es
como que busques a un amigo solo porque él te puede prestar dinero, pero del
resto lo echas de menos.
Buscar
a Dios debe ser un acto constante en nuestras vidas, sin importar las
circunstancias, sin pensar si estoy en problemas o no. Si estoy en un momento
de abundancia, con mucha más razón debo de buscar de él, porque puedo estar
confiado que en el momento de angustia él no me dejará solo.
En
todo momento mi actitud debe buscar el rostro de Jesús, descansar en él y no
apartarme cuando estoy en tiempos de grandeza y bendición. Recuerda que es él quien
permite tales cosas.
Recuerdo
el gran testimonio de una mujer que clamó a Dios para que su hijo, sin
esperanza de vida, se levantara de una cama. Dios hizo el milagro e increíblemente
al poco tiempo el joven estaba caminando y totalmente sano. Al cabo de un
tiempo la mujer dejo de buscar de Dios y al parecer olvidó lo que Él había hecho.
Los años corrieron y nuevamente los problemas llegaron. La mujer se coloco
nuevamente su “traje de bombero” abandonado y clamó para que Dios interviniera
en su situación. Lamentablemente la respuesta no fue inmediata. Tuvo que pasar
un largo y doloroso proceso de enseñanza y verdadera búsqueda para que Dios diera
su respuesta.
No
esperamos que esto nos suceda. Busquemos a Dios en cualquier momento de
nuestras vidas. Desde jóvenes hasta llegar a la vejez, desde tiempos de abundancias
hasta la escases, en épocas de crisis y en periodos de estabilidad, en momentos
de enfermedad y de gran vida.
Me buscarán y me encontrarán cuando me
busquen de todo corazón (Jeremías 23:13) No
olvides que Dios no es un traje de bomberos.
Conozco a muchos asi.
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