Marcos: Adiestrando a los doce discípulos - La Pluma de un Ángel

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martes, 26 de febrero de 2019

Marcos: Adiestrando a los doce discípulos



Marcos es un hábil dramaturgo, y describe las reacciones del gentío a lo largo de todo su evangelio. Muestra a la gente a veces atónita, otras confusa o disgustada, por las acciones de Jesús.

Pero siempre hay doce personas, los discípulos, que están cerca, elaborando la logística del ministerio de Jesús. Al principio, los discípulos no daban señales de ser muy perspicaces —para decirlo en una forma elegante—.

Su rasgo más destacado era la falta de entendimiento: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento?" les preguntaba Jesús (Marcos 7:18). Y en otra ocasión exclamó: "¿Hasta cuándo os he de soportar?" (Marcos 9:19).

¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? (Marcos 8:18)


Discípulos obtusos

Más o menos por la mitad de su libro (capítulo 8), Marcos deja de prestar tanta atención a la multitud y pasa a centrar su atención en los discípulos.

A pesar del errático rendimiento de los mismos, Jesús le dedicó a ellos una parte considerable de su tiempo. La gente todavía se reunía para mirar y escuchar, pero Jesús se concentraba en el entrenamiento de los doce, preparándolos para llevar a cabo su obra después de su partida.

¿Cómo respondieron los discípulos a la mayor atención que les dedicaba su Maestro? Por lo que leemos, ¡demostraron ser aun más ineptos que antes! Cuando Jesús se refirió a la muerte que le esperaba, o no se dieron cuenta de qué hablaba o se pusieron a protestar contra sus planes. A veces discutían acerca de quién merecía la posición más importante.

Es evidente que no entendían los asombrosos sucesos que se iban desarrollando bajo sus narices. En suma, los discípulos demostraban ampliamente la mezcla de bien y mal que hay en todos nosotros.

Cerca del fin de Marcos, donde los sucesos ya apuntan hacia la muerte de Jesús, los discípulos se fueron mostrando más preocupados y dogmáticos. Jesús destacó a dos seguidores en particular, Juan y Pedro, para hacerlos objeto de sus reprensiones más fuertes.

Y al final, a pesar de vigorosos pronunciamientos de lealtad, cada uno de los doce se apartó silenciosa y avergonzadamente de Jesús en el momento de su más grande necesidad.


Un cambio decisivo

Un hecho, sin embargo, los cambió dramáticamente. Algo pasó por sus vidas como una llamarada: la resurrección de Jesús de los muertos. Después de esto, las pacientes horas pasadas por Jesús en el entrenamiento de sus discípulos parecieron dar fruto.

El cambio de conducta de los discípulos fue asombroso. Una de las pruebas de la resurrección de Jesús, una de las más convincentes está en comparar a los amedrentados discípulos, tal como los presenta el Evangelio según Marcos, con las personas valientes y confiadas que encontramos en el libro de los Hechos. Y allí, como una notable ironía, vemos que el liderazgo del increíble crecimiento de la iglesia primitiva está en manos de los dos discípulos más testarudos de todo el grupo: Juan y Pedro.

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