Sodoma; la ciudad que se ganó su destrucción - La Pluma de un Ángel

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miércoles, 6 de febrero de 2019

Sodoma; la ciudad que se ganó su destrucción

Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo.  Génesis 19:12,13 


Cuando ocurre una catástrofe, ¿la debemos interpretar corno un castigo de Dios? ¿Suceden las inundaciones, las hambrunas y los terremotos porque Dios se ha encolerizado? La respuesta de la Biblia es: "a veces sí, a veces no".

En el libro de Génesis nos encontramos con algunas catástrofes que al parecer "sucedieron porque sí". No eran un castigo o una advertencia, aunque Dios las usó para llevar adelante sus planes. Entre éstas hay algunas hambrunas, tal como la que llevó a José al poder (Génesis 41), una guerra (Génesis 14) y una violación (Genésis 34).

Pero por algunas de estas catástrofes Dios asumió la responsabilidad como en el caso de Sodoma y Gomorra. Como sucede habitualmente la Biblia muestra poco interés en darnos los datos científicos acerca de la destrucción.

Violación masiva 
Sodoma era un lugar vergonzoso. Toda la ciudad consideraba la llegada de extranjeros como una oportunidad para una violación homosexual en masa. Pero la violencia sexual no era el único problema de la ciudad.

Ezequiel 16:49 dice que Sodoma era "soberbia, saciada de pan y con abundancia de ociosidad y no ayudaban al afligido ni al menesteroso". Dios habría permitido que la ciudad quedara en pie si Abraham hubiera podido encontrar tan sólo diez hombres justos. Al parecer, no había en Sodoma diez personas así.

Finalmente, la gran paciencia de Dios se agotó. Unos años antes, Abraham se había negado a aceptar una recompensa muy merecida por parte del rey de Sodoma (Génesis 14:21-24). Abraham no quería tener nada que ver con ese tipo de sociedad. Pero Lot, su sobrino, había escogido el camino de la prosperidad, la vida fácil y próspera que se podía obtener en la planicie fértil cercana a Sodoma.

Lot se había convertido en una persona importante en ese lugar. Era una de las personas que podía tomar decisiones de trascendencia a la entrada de la ciudad. Estaba tan enredado con la forma de vida de Sodoma que se resistió a abandonarla hasta casi demasiado tarde.

Cuando Sodoma se convirtió en cenizas, desapareció también todo ese encumbramiento que él se había ganado con tantos esfuerzos. El choque que esto produjo fue demasiado fuerte para él. Incapaz de volver a empezar, terminó en una cueva, demasiado borracho como para darse cuenta de que sus dos hijas tenían relaciones sexuales con él.

Lot es el ejemplo perfecto del hombre que, por estar excesivamente enredado en un sistema corrupto, no puede tolerar la idea de abandonarlo.

Jesús no permitió que sus seguidores pensaran en los habitantes de Sodoma simplemente como "esa gente terrible". El advirtió que Dios sería aun más duro con aquellos que vieran los milagros de Jesús y que no hicieran caso de ellos (Mateo 11:24).

La paciencia de Dios tiene un límite.

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