¿Para qué vino al mundo? La única manera en que Dios podía llegar a nosotros - La Pluma de un Ángel

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martes, 26 de febrero de 2019

¿Para qué vino al mundo? La única manera en que Dios podía llegar a nosotros


Había una vez un agricultor escéptico. Cierta noche fría de invierno el hombre oyó un golpeteo irregular contra la puerta. Fue hacia una ventana y vio como varios pequeños pájaros ateridos, atraídos por el evidente calor que había dentro de la casa, se golpeaban contra el vidrio de la puerta.

Conmovido, el agricultor se abrigó bien y cruzó el patio cubierto de nieve para abrir la puerta del granero para que los pobres pájaros pudieran entrar. Prendió las luces y echó algo de heno en un rincón. Pero las aves, que se habían dispersado en todas direcciones cuando él salió de la casa, se ocultaban en la oscuridad, temerosas.

El hombre intentó varias cosas para hacerlos entrar en el granero. Hizo un cáminito de migas de pan para guiarlos. Dio vuelta por detrás de donde estaban los pájaros para ver si los podía espantar en dirección al granero. Nada dio el resultado esperado. Él, una enorme criatura extraña, los aterrorizaba; los pájaros no podían entender que él estaba tratando de ayudarles.

El hombre de campo se retiró a su casa y observó a los condenados pájaros a través de su ventana. Mientras los observaba, un pensamiento le llegó de repente: ¡Si tan sólo pudiera convertirme en un pájaro, ser uno de ellos por un momento! Entonces no los asustaría. Les podría mostrar el rumbo hacia el calor y la seguridad. Y casi al mismo tiempo, otro pensamiento le golpeó con gran fuerza. Entendió la razón por la que Jesús había nacido.


Cuando Dios vino al mundo

Un hombre que se convierte en pájaro no es nada comparado con un Dios que se convierte en hombre. La mera noción de que un ser soberano y eterno se restrinja a los límites de un cuerpo humano era —y es todavía— algo demasiado difícil de creer. ¿Pero de qué otra manera podría Dios comunicarse con nosotros?

No sabemos qué aspecto tenía Dios cuando se hizo hombre; ninguno de los evangelistas describe la apariencia física de Jesús. Pero Marcos ha pintado un retrato bastante completo de su humanidad por otros medios.

Jesús, que decía ser Dios, no tenía un "aura" sobrenatural que lo rodeara. Sus propios vecinos y familiares se asombraban de que él pareciera ser tan "normal", por así decirlo.

Marcos no "reduce" a Jesús. Muestra el poder de un hombre que curó a un ciego con sólo tocarlo (Marcos 8:25), y la autoridad de un maestro tan atrapante que la gente se quedó con él tres días, con sus estómagos vacíos, sólo por el privilegio de poder oírlo (Marcos 8:2).

Aun después que Jesús los hiciera callar, los presentes no podían evitar comentar acerca de sus milagros.

Pero Marcos también revela todo el espectro de las emociones de Jesús: una oleada de compasión por un leproso (Marcos 1:41), un profundo suspiro de resignación ante las preguntas de los pesados fariseos (Marcos 8:12), una mirada de enojo y pena a los fríos legalistas (Marcos 3:5), y finalmente aquel terrible grito desde la cruz, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (15:34).

Jesús a veces era ingenioso, pero otras veces lloraba. Se fatigaba: Marcos menciona cinco ocasiones en que buscó un lugar tranquilo en el cual descansar lejos de la multitud.

Como nadie Jesús era diferente de cualquier otra persona que haya vivido. Doce hombres dejaron sus trabajos y familias sólo porque él les dijo que lo siguieran.

Pero Jesús también era "uno de nosotros". Necesitaba comida y amigos. A veces se sentía solo y cansado. Se enojaba y se sentía defraudado.

Dado que Jesús experimentó todo lo que nosotros sentimos como seres humanos, él nos puede entender cabalmente y compartir nuestras alegrías y pesares. Marcos describe ambos lados de Jesús —el lado divino y el lado humano—. Los discípulos necesitaban ver ambas dimensiones para poder entregarle sus vidas.

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