Las leyes de Dios: el mejor sistema judicial del mundo - La Pluma de un Ángel

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domingo, 24 de febrero de 2019

Las leyes de Dios: el mejor sistema judicial del mundo


Las leyes de la mayoría de las naciones llenarían una biblioteca. Complicados índices y catálogos le indican a los abogados dónde encontrar información cuando se están ocupando de algún asunto en especial.

Ninguna persona puede llegar a saber ni siquiera un segmento importante de todas las leyes de su nación. Si las leyes del Antiguo Testamento que aparecen el Levítico (y en Éxodo, Números y Deuteronomio) parecen áridas y de largo aliento, póngalas en perspectiva.

Estas leyes —algo más de 600 en total— constituían, por todo lo que sabemos, todo el código legal de una nación. Para un abogado, la característica más notable de las mismas es su brevedad y sencillez. Uno no necesita estudiar en la facultad de derecho para entenderlas.

Las leyes no guardan ningún orden especial. Una ley contra la hechicería es seguida por otra ley que se opone a ciertos tipos de peinados prohibidos, la que a su vez es seguida por otra ley que prohíbe convertir a una hija en prostituta.

Esta mezcla revela un rasgo importante del pensamiento del Antiguo Testamento. La vida no es analizada de acuerdo a sus componentes diferentes, sino vista en su totalidad.

Para los israelitas cualquier aspecto de la vida política, la vida familiar, el régimen alimentario o la economía tenía que ver con Dios.

Aun los Diez mandamientos (Éxodo 20) demuestran esto, ya que incluyen leyes acerca de nuestra relación con Dios y también acerca de nuestra relación con el prójimo. Estas dos relaciones no pueden separarse.

Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos. (Levítico 20:26)

Rasgos notables
Si se le compara con los códigos de otros países de aquel entonces, el Antiguo Testamento exhibe un progreso notable. (Es más, estas leyes han influido grandemente sobre las leyes que tenemos hoy en día.) Algunos de sus rasgos más notables son:

  • La gente, era más importante que la propiedad. Por ejemplo, nunca se aplicaba una pena capital por algún crimen cometido contra la propiedad de alguien. Por otra parte, los esclavos eran tratados como seres humanos, no como propiedad. Esto no sucedía con muchos otros códigos legales de esa época.
  • No había un sistema de clases sociales. En muchos de los países de la antigüedad el noble era tratado en forma muy diferente que el plebeyo. No pasaba eso en Israel: todos se encontraban en la misma posición ante la ley. Hasta el extranjero gozaba de derechos determinados.
  • El castigo se adecuaba al crimen. No se permitía ningún "castigo cruel o excepcional". El principio de "ojo por ojo" (Levítico 24:20) garantizaba que ninguna persona privilegiada fuera "excusada" de ser castigada, al mismo tiempo que limitaba la venganza.
  • La sexualidad tenía importancia. En la mayoría de los países de aquel entonces la ley se preocupaba poco o nada ante el hecho de que alguien se acostara con la mujer de su prójimo. En Israel, la inmoralidad sexual recibía un tratamiento severo.
  • El pobre y el débil estaban protegidos. Había provisiones específicas que protegían sus derechos ante los poderosos y los ricos. Las leyes de "amparo social" les ofrecían una forma de mantenerse vivos. Una de las más importantes era el derecho a "espigar los campos".
  • Las actitudes, al igual que las acciones, tenían importancia. Por ejemplo, Levítico 19:18 contiene la famosa ley "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Vivir de acuerdo a la letra de la ley no era suficiente. La ley apuntaba al desarrollo de relaciones de amor fraternal.

Destinados a ser diferentes

Aunque no entendamos las razones de algunas de las leyes (muchas de ellas pueden haber sido promulgadas simplemente para lograr que los Israelitas fueran "diferentes" de sus vecinos paganos), su impacto total es evidente.

Estas reglas tenían la intención de formar una nación de gente compasiva, consistente e imparcial. Insistían en que cada persona actuase en forma positiva y con amor por su prójimo, y en especial para con los necesitados. ¿Por qué? Porque Dios vivía con ellos. Por ser él a la vez justo y misericordioso, también debe serlo su pueblo.

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