Mientras Esdras oraba y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, una gran asamblea de Israel, hombres, mujeres y niños se juntó a él; y el pueblo lloraba amargamente. (Esdras 10:1)
Esdras sabía cómo hacer las cosas bien. Tuvo el conocimiento político necesario para obtener el apoyo del rey de Persia para su viaje de regreso a Jerusalén, la capacidad vendedora para convencer a los líderes de familias judías para que fueran con él y la capacidad organizadora necesaria para montar esa expedición tan complicada y peligrosa.
Al mismo tiempo, Esdras era un sacerdote que dependía totalmente de Dios. Programaba días de ayuno y oración. Conocía la ley del Antiguo Testamento y vivía de acuerdo a la misma. Pero la usaba como camino para establecer una profunda relación con Dios. Cuando estudiaba las Escrituras, se las aplicaba a sí mismo antes de aplicárselas a los demás.
Una fuerte reacción negativa
El grupo de Esdras llegó a Jerusalén 30 años después del regreso de los primeros exiliados. Sin embargo, antes de que se cumplieran cuatro meses, los líderes judíos buscaban el consejo de este recién llegado, aun en los asuntos más sensitivos. Ellos le contaron a Esdras que los judíos se estaban casando con sus vecinos idólatras. Al recibir esta noticia, Esdras perdió toda su compostura, se rasgó sus vestiduras y se sentó, angustiado.
Y cuando oí de este asunto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté atónito. (Esdras 9:3)
Su oración de arrepentimiento, llena de pesar, inspiró a una gran multitud a unirse a él en llanto amargo. En ese momento y en ese mismo lugar, ellos decidieron romper sus matrimonios mixtos. Las mujeres y los niños se rían despachados.
Esdras, hombre práctico aun en su situación tan emotiva, puso la maquinaria en funcionamiento y vio que lo prometido se cumpliera. ¿Por qué reaccionó Esdras tan negativamente a estos matrimonios? ¿Cómo pudo permitir que los hijos fueran alejados de sus padres y que las no judíos se dividieran
Algunos encuentran en esto pruebas de que él tenía una orientación, racista, centrada en la exclusión de los no judíos en Israel. Pero la pureza racial no era la preocupación central de Esdras. Los no judíos como Rahab y Rut que se habían convertido al judaísmo, habían sido aceptados en Israel desde tiempos remotos.
Esdras 6:21 da a entender que los extranjeros que buscaban al Señor también eran bienvenidos. La preocupación de Esdras era que el casamiento representaba una fe comprometida que amenazaba la existencia futura de Israel.
Desperdiciando la última oportunidad
En aquellos tiempos, un matrimonio era mucho más que un asunto personal. Creaba una alianza política y religiosa entre dos familias. Estos matrimonios mixtos vinculaban a los israelitas con otras religiones, ya que los vecinos de Israel adoraban a ídolos, algo que Dios odiaba.
Esdras sabía que su Dios debe ocupar el único lugar en el corazón de su pueblo. Debe ser un pueblo especial con un sentido de su destino peculiar. La ley les decía que no debían casarse con extranjeros (Éxodo 34:15-16; Deuteronomio 7:3-6). (En una situación relacionada con esta, Pablo instruye a los cristianos que no deben unirse "en yugo desigual con los incrédulos" [2 Corintios 6:141, aunque le dijo a los cristianos que ya estaban casados con no cristianos que no se divorciasen [1 Corintios 7:12-16].)
La oración de Esdras demuestra que las pequeñeces técnicas de la ley estaban lejos de su mente. Su preocupación tenía que ver con el corazón. El veía que su pueblo estaba cayendo en el mismo patrón de comprometer sus principios que había llevado a Dios a entregarlos en manos de los babilonios años antes. ¿Es que no habían aprendido nada de su largo exilio? Estaban desperdiciando la última y notable oportunidad que Dios les daba de volver a comenzar.
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