El libro de Deuteronomio contiene muchos discursos de Moisés, motivando a Israel y guiándolo para que entrase en la tierra prometida.
En cuanto a extensión y poder emotivo, estos discursos no tienen igual en la Biblia. Moisés repasó una y otra vez, en forma apasionada, las mismas situaciones, reprochando a veces, pero mayormente demostrando la angustia y el amor de un padre.
Hay en estos discursos un fondo de tristeza: Moisés sabía que no podría compartir el triunfo de entrar en Canaán. Dios había revelado que Moisés moriría antes de ese momento. En Exodo, Moisés se destaca por su corto genio y su renuencia a hablar. Su humildad y elocuencia, tal como se manifiestan en Deuteronornio, demuestran cuánto había avanzado en 40 años.
En lo hondo de su alma Moisés sentía que toda la historia del pueblo hebreo dependía de lo que sucedería a continuación. Estacionados a la vera del río Jordán, estaban a punto de entrar a la tierra prometida y enfrentar la prueba más crucial de sus vidas. ¿Cómo reaccionarían ante la nueva tierra? ¿Se mantendrían fieles a su pacto con Dios o lo rechazarían por los placeres más inmediatos que les rodearían?
Criados en el desierto, los israelitas poco sabían de la seducción de otras culturas: la sensualidad; las religiones exóticas, la deslumbrante riqueza. Habían pasado sus vidas en un aislamiento casi total, protegidos de la civilización. Y ahora marchaban a una tierra llena de seducciones.
Tres discursos
El primer gran discurso de Deuteronomio, en los capítulos 1-3, repasa el modo en que Dios había tratado a Israel. Moisés les recuerda la historia de Israel tal como él la había visto con sus propios ojos, mencionando detalles tales como los sistemas de riego de Egipto, la abrupta partida, el temible desierto con sus serpientes y escorpiones, y los asombrosos milagros de Dios.
Su relato esta lleno de reflexiones personales, como el de un padre que le cuenta a sus hijos lo que deben recordar cuando él ya no esté. El más largo de los discursos, que va del capítulo 4 al 26, repasa el código moral y civil al que los israelitas habían consentido obedecer.
Aun aquí se transparenta un tono personal. Moisés no detalla las leyes como si se tratase de un libro de texto; las considera, las elabora y las predica. Junto con las leyes incluye recordatorios, lecciones ilustradas y arranques personales. En los capítulos 27 a 33 Moisés hace un resumen final y presenta el desafio final de parte de un anciano que enfrenta una muerte cierta.
Él presenta la elección con que los israelitas se enfrentan con toda la claridad a su alcance. El no estará con ellos cuando ellos escojan su futuro. Quedan librados a su propia decisión; tienen su destino en sus propias manos.
¿Cómo leer Deuteronomio?
A principios de este siglo los arqueólogos comenzaron a desenterrar muestras de antiquísimos tratados del Cercano Oriente. Estos tratados "de soberanía" transcribían en forma oficial la relación entre un rey poderoso y el pueblo al que gobernaba.
Tales tratados arrojan nueva luz sobre el libro de Deuteronomio, que parece seguir muy de cerca el modelo de este tipo de tratado. Típicamente, un tratado con un rey poderoso contenía los siguientes elementos:
- Un preámbulo que identifica a las partes incluidas en el tratado, como ser un rey y un pequeño grupo que desea su protección.
- Una breve historia describiendo las relaciones previas entre las dos partes.
- Reglas que definen las obligaciones de cada parte. El rey puede jurar defender a algunas tribus con sus .r! ejércitos a cambio de lealtad, impuestos y parte de lo que las tribus producen.
- Testigos de los tratados, incluyéndose, en muchos casos, una lista de los dioses locales.
- Maldiciones y bendiciones que especifican qué sucederá si una de las partes quebranta el tratado. El rey puede prometer prosperidad y paz si sus súbditos se atienen a los términos del acuerdo; o invasión, deportación o muerte si los violan.
Lea Deuteronomio como muestra de un tratado entre un rey y su pueblo. Tratado es otra palabra equivalente a la que hemos estado usando -pacto--- para describir el acuerdo formal entre Dios y los israelitas.
Con un poco de esfuerzo usted podrá identificar las diversas partes de Deuteronomio que tienen un paralelo con los cinco elementos mencionados anteriormente.
Los capítulos 1 a 11 y 26 a 34 contienen el mejor resumen de los discursos de Moisés a los israelitas. El no pone frenó a ninguna de sus emociones al volver a relatar la historia de su vida. Casi todas las acciones que él describe repiten lo que hemos oído anteriormente, pero Deuteronomio nos presenta un relato mucho más personalizado.
A diferencia de otros libros de la antigüedad, la Biblia le concede un lugar preponderante a la gente "insignificante", los pobres, los extranjeros, las viudas, los huérfanos, los enfermos. Muchas de las reglas que se aplican a ellos repiten leyes de los libros anteriores. Pero Deuteronomio nos permite ver las razones ocultas por las que Dios tiene una preocupación tal por los "don nadie" y por qué también deben tenerla los israelitas.
Tiene también ideas muy interesantes acerca de cómo puede dicha preocupación ser traducida en verdaderos planes de acción política y económica. Al leer el libro, señale cada pasaje que tiene que ver con dicha gente.
El Nuevo Testamento cita a Deuteronomio más veces que a cualquier otro libro del Antiguo Testamento. Veintiuno de los 27 libros del Nuevo Testamento hacen referencia a Deuteronomio; algunos especialistas cuentan 90 citas. Jesús mismo tomó de él durante su tentación (Mateo 4).
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