Números trae una de las historias más extraordinarias de toda la Biblia. Presenta una asna que habla en hebreo perfecto y que demuestra tener más percepción que un profeta. Un hombre está en el centro del relato, un personaje misterioso llamado Balaam.
Evidentemente, Balaam era algo así como el mago profesional de algún clan similar a los gitanos. Su reputación era impresionante: los reyes cercanos, alarmados por la presencia de los israelitas, lo contrataron para que utilizará su magia y pusiera a los dioses a favor de ellos.
Se alquila profeta
Números nos da suficientes detalles como para pintar un relato colorido y dramático. Sin embargo, Balaam permanece envuelto en la bruma del misterio. Queda bien en claro que Dios decidió hablar a través de él: se comunicó directamente con Balaam siete veces.
Es igualmente evidente que Balaam resultó ser un profeta renuente, sujeto a la ambición y a un soborno generoso. Aun su propia asna lo reprendió, en el único relato bíblico en que aparece un animal parlante. Y un ángel prodigó alabanzas, pero no sobre Balaam sino sobre su asna.
Balaam hace su aparición en una ocasión solemne orquestada para maldecir a los israelitas, pero en vez de hacerlo pronunció bendiciones sobre ellos y maldiciones sobre sus enemigos. Pronunció cuatro mensajes que causaron gran revuelo, pero que fueron muy diferentes de los que su empleador quería oír. ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo?, preguntó Balaam (Números 23:8).
Sus profecías magníficas brillan en medio de escenas de ironía cómica. Balaam se mostró cada vez más osado, pasando de ser un mero hechicero a ser un profeta firme.
Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones. Números 23:11
¿Profeta o traidor?
Números 22-24 presentan a Balaam como un aparente converso. Trágicamente los cambios operados en él fueron sólo temporales. La próxima vez en que Balaam aparece lo hace como víctima fatal de una correría israelita.
Las condenaciones claras que aparecen en 2 Pedro 2:15, Judas 1:11 y Apocalipsis 2:14, indican que Balaam pronto regresó a sus costumbres traidores. Al no poder manipular al Dios de los israelitas de acuerdo a sus propios propósitos, intentó manipular a los israelitas mismos.
Convenció a otras naciones para que los sedujeran con sexo y con la adoración de dioses falsos. Su actividad resultó en la muerte de 24.000 personas.
Algunos han llamado a Balaam "el Judas del Antiguo Testamento", y hay ciertos paralelos fácilmente discernibles. Ambos llegaron lo suficientemente cerca de la verdad como para parecer sinceros y fieles. Durante cierto tiempo ambos sirvieron al Dios verdadero. Pero, motivados por la ambición y la avaricia, renunciaron a Dios y se volvieron en su contra, con resultados catastróficos.
Parte de una batalla más grande
Siete libros de la Biblia se refieren a Balaam. La importancia que se le concede a esta historia da a entender que la misma representaba un hecho clave en la relación de los israelitas para con las culturas paganas.
Los israelitas estaban a punto de entrar a una tierra en la que la magia y la hechicería se usaban como armas nacionales. En un golpe irónico, Dios escogió un vocero que era a la vez mago y pagano. Por su intermedio Dios reprendió a esas naciones y a sus dioses.
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