Habitar con Dios - La Pluma de un Ángel

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miércoles, 3 de mayo de 2017

Habitar con Dios

Cuando vivimos con alguien, siempre hay cosas que debemos de hacer o normas que acatar. Si vivimos con nuestros padres tenemos que hacer las tareas del hogar y ayudar, si vivo con mi esposa o esposo debo de cumplir mis deberes. Si comparto habitación con un compañero de universidad debo de respetar su espacio y mantener el orden.

En cada caso es necesario cumplir las reglas. Eso permite tener una buena convivencia con los demás.

Habitar con Dios, implica aspectos similares. Debemos de comportarnos y adquirir actitudes dignas de un hijo de Dios. Pero ¿Qué debo hacer? La biblia, habla mucho de eso

¿Cómo debe ser nuestra vida para habitar continuamente con Dios?
El salmo 15 es, sin duda alguna, un espejo donde debemos de reflejarnos. Allí establece condiciones para “vivir” junto a Dios.

Este capítulo bíblico muestra los comportamientos, actitudes y las cosas que debemos hacer para aquellos que queremos morar con Dios.  

¿Quiénes tendrán derecho a morar en el Monte Santo de Dios?, dice el Versículo dos, “El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón”. Claramente expresa principios que conocemos, pero que son de gran importancia practicar. Dios es un ser integro, es justo y verdadero. Nosotros debemos de tener esas cualidades, buscarlas y practicarlas. Por algo somos imagen y semejanza de Él. El hombre que desea habitar con Dios, debe ser justo en sus actos, integro en su comportamiento y verdadero en sus palabras.

Estos principios no lo es todo, el verso tres dice: “El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino…”.  Evidentemente hace referencia al cuidado de lo que se habla o decimos. Nuestras acusaciones pueden perjudicar a una persona, nuestro juicio puede dañar a una vida. Debemos de tener prudencia en nuestro hablar, ayudar en lugar de criticar y entender antes de calumniar.

Un punto importante en este verso es tener cuidado de lo que se dice de los demás, es posible que de nuestra boca no salgan malas palabras ni maldiciones, pero ¿Hacia nuestro prójimo qué? Es fácil escuchar “chismes” de otras personas y juzgar antes de saber su situación. Esto es simplemente algo que no nos permite estar cerca de Dios y morar con él. 

El versículo cuatro y cinco continúan con lo siguiente: “…honra a los que temen a Jehová, el que aún jurando en daño suyo, no por eso cambia, quien su dinero no dio a  usura…”. Honrar a Dios de manera continua debe de estar en nuestras vidas. Buscar en su presencia, actuar conforme a sus principios y vivir bajo la fe son las muchas formas de honrar a Dios.

Por su parte la palabra también nos enseña acerca de la forma como obtenemos nuestro dinero. Muchas personas no les importan obtener ingresos perjudicando a los demás. Eso Dios lo condena. Nuestras negociaciones deben ser justas y no ser personas que obtienen el dinero por robo, usura o cualquier actividad ilícita.

Todas estas características son el fruto de una fe activa que va transformando y santificando nuestra vida para hacerla apta y morar o habitar en Dios.


Termino con la ultima parte de este verso: 

“El que hace estas cosas no resbalará jamás”  



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