Cerrada la Puerta

En la vida de una persona ocurren muchas cosas y aunque su cara exprese felicidad, su interior es el vivo acto de un edificio en derrumbe, es entonces que cerrada la puerta comienza la acción.

Conocí en una oportunidad a una chica que siempre se le notaba feliz, siempre animaba a otros, ayudaba a todo aquel que se le acercaba, se ofrecía de voluntaria para muchas cosas que en su entorno necesitaban. Su sonrisa siempre estaba latente en su rostro, sus ojos destacaban un brillo único y particular.

Cada vez que alguien sufría o padecía algún problema ella estaba para apoyarles y ayudarles, muchas personas la estimaban pero eran escasas las veces que se lo hacían saber.

Se veía tan fuerte, tan segura, tan propia de sí que ni un fuerte tornado pudiese hacerla flaquear. En silencio y comentarios todos nos decíamos: "Queremos ser como ella", porque nos transmitía seguridad, compromiso, paciencia, tolerancia, confianza y amor.

Paso un tiempo y si note que su sonrisa comenzó a cambiar por una línea dura en sus labios, le salude en muchas oportunidades y me respondía con una linda expresión pero no como antes; era una sonrisa que denotaba tristeza, ya sus ojos no tenían él mismo brillo de antes, sus mejillas ya no tenía ese mágico color, su mirada se veía triste y profunda como si un sin fin de pensamientos y sentimientos cruzaran por su mente haciéndole recordar momentos no muy agradables de su vida.

Una tarde me acerque a ella, estaba sola sentada en la acera con la mirada fija hacia él horizonte, le salude y me respondió con una sonrisa dolorosa, le dije: "puedo acompañarte" y me asentó con la cabeza, me senté a su lado y duramos en silencio unos minutos, al cabo de un rato le pregunte: "¿Estás bien?", y con una sonrisa frágil y sus ojos empañados por lágrimas retenidas, me respondió: "Si, estoy bien", al verla así sentí como mi corazón se arrugaba (como un papel en la mano de alguien), y con un nudo en la garganta le dije: "Sabes, últimamente te he notado algo triste, ¿te sucede algo?" pregunte. Fue en ese momento que vi de sus ojos salir lágrimas que comenzaron a correr a lo largo de su rostro. Las gotas que caían de sus ojos empaparon el suelo que hasta hace poco estaba seco.

Ella se encontraba en silencio con su mirada fija, notaba que quería contestar mi pregunta pero no encontraba como hablar. Al cabo de un rato me dijo: "Es de valientes reír cuando quieres llorar, callar cuando quieres gritar y quedarte cuando te quieres marchar".

Al principio no entendía, me preguntaba porque no solo me dice lo que le pasa para ver si la puedo ayudar en vez de darme enigmas de valentía; y cuando estaba a punto de hablarle, continuó diciendo: "He vivido toda mi vida demostrando que soy feliz, que él dolor no importa si puedes sonreír, que no importa lo que te pase, intentaba vivir feliz; pero detrás de toda esa felicidad que expresaba, esa sonrisa que encantaba y esos ánimos que contagiaban se derrumbaba cuando la puerta cerraba"

"Cerrada la puerta las lágrimas eran imparables, las preguntas eran infinitas y él dolor inaguantable; ya no es lo mismo de antes, el tiempo pasa, la gente cambia y uno intentando ser él mismo de siempre, ayudando a quienes necesitan, escuchando a quienes lloran, levantando al caído y animando a los entristecidos"; pensé que había terminado cuando pronunció: "Estoy para todos y nadie para mi, los que me escuchan, los siento como si estuviesen obligados, mi mundo se viene abajo y los que un día dijeron ser mis amigos hoy no los encuentro"...

"Cerrada la puerta de mi habitación es donde mi espíritu y mi alma se desploman al vacío brotando. Sabes, me siento inútil, y a la vez títere de muchos, que solo se me acercan por algún interés, todos cuestionan mis actitudes y me juzgan sin siquiera detenerse a pensar que quizás estoy así por marcas y heridas que he arrastrado desde mi pasado y por acciones de ellos mismos hacia mi, palabras que hieren, y matan los sentimientos más puros de alguien".

Pasaron algunos minutos y entonces no volvió hablar, fue allí que entendí lo que pasaba, nuestra vida muchas veces se basa en querer estar bien con el entorno, en agradar a los demás, en encajar en la sociedad, pero de nada sirve si en tu interior no le encuentras sentido a tu vida, si los problemas te agobian y no vez la salida, es porque has pasado mucho tiempo ocupándote de los demás y olvidándote de ti mismo...

Entonces es allí, donde Cerrada la Puerta revelas él interior de lo que oculta tu exterior...

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo 6:6)