En la cultura hebrea, el nombre de una persona no es sólo la
forma en que es llamado, sino que tiene un contenido profundo y espiritual. Estos
nombres hebreos describen los rasgos, actos y carácter de la persona que lo
lleva. De ahí que cuando un padre pone un nombre a su hijo o hija, está
marcando el futuro de estos.
Los nombres puestos en la cultura hebrea acompaña a la
persona a lo largo de toda su vida, y cuando es cambiado implica un cambio en
el rumbo o en los acontecimientos de la vida de esa persona involucrada.
A Jacob (“engañador”) , se le da un nuevo nombre: Israel (“Dios
lucha” o que “Dios luche”), y en libro de Isaías 62.2; 65:15, el pueblo
recibiría un nombre nuevo que representa el cambio de rumbo.
Apocalipsis promete que los vencedores recibirán un nombre
nuevo.
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