Todos en la vida nos ha
tocado vivir momentos de angustia y soledad. Son esos momentos los que
determinan que nivel de madurez tenemos y como aceptamos los designios de la
vida.
Hace algunos años mi madre se
fue al encuentro con Dios, esa mujer especial. En cada amanecer teníamos un
encuentro, nos abrazábamos, nos decíamos cuanto nos amábamos y disfrutábamos tomarnos
el café juntos, y en medio de esas tertulias, hablábamos de las maravillas que
Dios hacía en nuestras vidas.
Ella ya no está en medio
nuestro, sin duda quedó ese vacío. Pero en medio de la soledad que sentimos,
hay una paz inmensa, porque dimos todo por amor, no hay recuerdos que nos llene
de resentimientos ni de remordimientos, sino recuerdos de amor y alegría que nos llena de satisfacción por la
misión cumplida y hoy ella está en la presencia de Dios.
Cuando somos cristianos,
esas situaciones tristes, nos pueden dejar con una relación más íntima con
Dios, o lejos de sus caminos, todo depende de la forma en que los enfrentemos,
pero sin dejar de entender que Dios tiene el control de todo.
David en momentos de
angustia aprendió a fortalecerse en El Señor (1. Samuel 30:6). Nos habla allí
de cuando sus 400 hombres leales se desanimaron, cuando pensaron en apedrearlos
aquellos que eran de confianza, cuando se sintió abrumado por la situación que
se tenía que enfrentar.
Jesús recibió la ayuda
sobrenatural de Dios cuando sufrió la más grande agonía humana de la historia.
Cuando aquellos que le habían prometido lealtad le abandonaron. Cuando tenía
que enfrentarse a la situación más dura, la muerte en la cruz.
Los elementos similares en
estas tres historias son: Un problema, una angustia, un grupo que abandona, un
angustiado, y una manifestación de Dios. Dios es fiel, Dios es el único que no
nos deja, es más, nos quiere enseñar algo en las situaciones adversas. Hoy es
tiempo de glorificar a Dios en medio de los problemas.
Nadie, humanamente hablando,
puede amarnos incondicionalmente siempre. Pero nuestro Padre celestial nos ama
con un amor incondicional que nunca puede ser afectado y ese amor es la única
fuente confiable de amor verdadero
Tal vez nunca conociste el
amor de tus padres o lo conociste insuficientemente. O tal vez fue condicional
o escaso; pero no importa cómo haya sido, tienes ahora en Dios el Padre. La máxima
expresión de amor y ¡sí puedes conocerlo!
Por medio de su palabra, la
biblia, podemos conocer el amor que Dios siente hacia nosotros. Y cualquiera
puede leerla y comprender su amor. ¿Qué podemos decir sobre el amor de Dios?
Podemos que es incondicional. Él no nos dice "Te amo
si haces tal cosa? no hay cosas que tengamos que hacer para tener el amor de
Dios.
No depende de lo que hagamos
El amor que Dios nos tiene,
no depende de nada que hagamos o digamos, ni de nuestro aspecto o nuestra
inteligencia, ni de nuestro éxito o nuestra popularidad, el amor que Dios nos
tiene existía antes de que naciéramos y seguirá existiendo.
El amor de Dios es desde la
eternidad hasta la eternidad, y no está relacionado con hechos o circunstancias
relacionadas con el tiempo. ¿Significa eso que a Dios no le importa lo que
hagamos o lo que digamos? No, porque el amor de Dios no sería real si no le
importáramos.
El amor de Dios es decisivo
Dios es un ser activo.
Decidió amar al ser humano cuando con toda razón podría haberlo condenado. Él
participa en el proceso de amar.
Dios está tan comprometido
en perdonar y en cambiar a la persona, que envió a Jesús a morir por ella. Él
da la bienvenida a los pobres en espíritu. Dios es increíblemente paciente e
implacablemente perseverante en la vida de sus hijos. El amor de Dios los
beneficia activamente.
El amor de Dios está lleno
de sangre, sudor, lágrimas y clamor. Él sufrió por ellos. Él lucha por ellos,
defendiendo al afligido. Los busca con poderosa ternura a fin de poder
cambiarlos. Él es celoso, no indiferente. Su simpatía y empatía hablan
claramente palabras de verdad para liberarlos del pecado y la desdicha.
Él los disciplinará para
demostrarles que los ama. Él vive en ellos y derrama su Espíritu en su corazón
a fin de que puedan conocerlo. El amor de Dios incluye odio: odio al pecado, ya
sea pecado contra sus hijos o pecado de parte de ellos. El amor de Dios demanda
que ellos respondan: que crean, confíen, obedezcan, agradezcan con corazón
alegre, que se ocupen de su salvación con temor, que se deleiten en el Señor.
El verdadero amor es un
regalo de Dios. Es iniciativa y decisión de Dios, más que algo condicionado por
la forma en que se actúe. El evangelio del amor no es pago sino un regalo. Es
un regalo que la persona no puede ganar; aun más, es un regalo que ni siquiera
merece. Dios ama a enemigos débiles, impíos y pecadores. El regalo es contrario
a lo que merece el ser humano. Dios debería matarlo allí mismo. La gente habla
de incondicional para hablar de tal bendición inmerecida.
Dios nos ama tal cual somos
Dios recibe a cada uno tal
como es: pecador, sufriente, confundido. No hay que tratar de arreglar la vida
para luego venir a Dios. Es necesario ir a Él.
¡En Cristo eres alguien
nuevo! ¡Nadie puede cambiar esto! Y en él puedes vencer el temor de sentirte
solo, menos o inferior. Él está contigo en todo momento y su Espíritu de poder,
amor y dominio propio. Habita en ti para ayudarte a enfrentar cada una de las
situaciones de la vida. Ya no necesitas amar para sentirte amado. Tú verdadera
identidad es esta: “Soy amado por Dios”.
Estamos en las manos de
Dios, pero las decisiones son nuestras, podemos elegir todo en esta vida y
marcar nuestros destinos.
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