Tabitá: una discípula de la palabra

Tabitá reúne una serie de características que la convierten en una mujer de relevancia y digna de recuerdo. 

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento hay varios milagros de resurrección; algunos, realizados por medio de profetas, otros, por medio de Jesús o de alguno de sus discípulos. Pero solo se conocen los nombres de tres resucitados: Lázaro, Eutico y Tabitá. Es sorprendente que se conservara el nombre de una mujer en una literatura que refleja una sociedad patriarcal que tiende a dejar en el olvido nombres femeninos.

Además, vale la pena reparar en el detalle de que se conservan sus dos nombres, el hebreo-arameo (Tabitá) y el griego (Dorcas, que significa gacela).

En el puerto de Jope vivía una seguidora de Jesús llamada Tabitá. Su nombre griego era Dorcas, que significa «Gacela». Tabitá siempre servía a los demás y ayudaba mucho a los pobres. (Hechos 9:36)

Algunos exagetas señalan que puede deberse a que Tabitá era conocida tanto en la comunidad hebrea como entre la griega o a que el narrador quería asegurarse de que los lectores u oyentes identificaran correctamente a esta mujer.

El texto no acapara si era viuda, divorciada o soltera, ni siquiera menciona ninguna relación de familia.

Lo importante es que Tabitá reúne una serie de características que la convierten en una mujer de relevancia y diga de recuerdo.

En primer lugar, el narrador la llama "discípula", transformándola así en la única mujer que recibe esta denominación en todo el Nuevo Testamento. El término se relaciona siempre con una escuela y su enseñanza, de donde se desprende que Tabitá era una estudiosa y "hacedora" de la palabra de Dios.

Además el texto griego usa el artículo indefinido "una", "cierta", por lo que se deduce que no era la única discipula, sino estaba dentro de un grupo de discípulas o estudiosas de la palabra.

Otra características de Dorcas-Tabitá es su misericordia. El narrador dice que siempre servia a los demás y que ayudaba mucho a los pobres. El texto griego dice que "estaba colmada de buenas obras".

Precisamente estas obras nobles son las que hacen de Tabitá un miembro importante en la comunidad cristiana de Jope. De esa importancia "hablan" dos hechos: por un lado, la movilización que su muerte produce entre "los seguidores de Jesús que vivían en Jope" que, sin dudarlo, van en busca de Pedro, y por otro lado, la presencia de "todas" las viudas de Jope (V. 39) quienes lloraron por su partida, muestran a Pedro las túnicas que Tabitá había tejido junto a ellas.

Muchas viudas se acercaron llorosas a Pedro, y todas le mostraban los vestidos y los mantos que Tabitá les había hecho cuando aún vivía. (Hechos 9:39)

Si la vida de Tabitá había sido ejemplar para la comunidad cristiana de Jope, su muerte y resurrección modifico para siempre a toda la población: a los cristianos, porque seguramente reafirmaron su ya fuerte fe en Dios, y a los no cristianos, porque a partir de este episodio "muchos creyeron en el Señor"

Todos los que vivían en Jope se enteraron de esto, y muchos creyeron en el Señor Jesús. (Hechos 9:42)